16 diciembre 2015
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Se le escapó la arena entre los dedos mientras miraba en el cielo uno de tantos aviones que constantemente atravesaban la playa. Dijo otro no gracias a un vendedor más de infinitas cosas. Le costaba pensar entre el bullicio, centrarse en el mar desoyendo la música eléctronica, los aviones, los paseantes, le costaba leer, no encontraba la ansiada paz y optó por conseguirla en el mar. Se metió entre las olas y dejó de oír, eran eternos segundos de placer, el mar y ella y ese sol que la acarició después, sintió el amor de la vida, el corazón del mundo latiendo a su compás, no necesitaba más en ese momento, otro cuerpo hubiera sido un estorbo. La melodía era perfecta, el sol, el viento, el mar y ella. Se prometió en secreto con estos amantes perfectos y prometió amarles y dejarse querer por siempre, sin testigos ni anillos ni más banquete que el saciarse de lo bello. Y así casada con sus amantes secretos volvió al bullicio como una novia semidesnuda envuelta en un halo de luz que atraía miradas de envidia. Y sonrió prometiendo volver pronto a su húmedo lecho de bodas.