Le cosieron la boca para desahogos, para insultos, para manifestar su dolor, para quejarse... Se crió en la familia ideal, la sociedad ideal, el mundo ideal, donde nunca pasa nada..., todos engordaban sin apenas alimentarse, pero él llegaba a la deformación, aunque a nadie le importara, en ese mundo perfecto no se miraba lo feo, por eso él llegó a ser inexistente. Se comportaba según lo establecido, hablaba lo adecuado, se movía lo permitido y sentía lo justo y necesario..., el resto lo tragaba y se convertía en humo sin escape, una olla a presión invisible. Pero un día, su día D particular, su antes y después, el día en que explotó, todo se llenó de humo, un humo gris, sucio, maloliente, reprimido, un humo asesino que arrinconó a todos contra la pared dejándoles malheridos, sucios, aterrorizados, boquiabiertos, sorprendidos..., y él en el medio, el guerrero con todas sus armas de ataque, delgado y con la boca rasgada y descosida, lanzando improperios, impactando con las quejas liberadas, con las malas palabras contenidas, abofeteando con la rabia de una verdad nunca dicha...
Duró poco, enseguida vinieron los guardianes del pudor y lo bien hecho, le encandenaron, se lo llevaron a un lugar aun mas oculto y le cosieron la boca de nuevo... Todo se limpió de humo, se colocaron ambientadores de color cielo y se dibujaron de nuevo sonrisas, no pasó nada..., mejor, un loco menos...