El blog de miradasdeana

   Por fin levó el ancla, le costó, ya estaba medio herrumbrosa de su inactividad, pero tras muchos esfuerzos lo consiguió, se separó del muelle, ese paisaje que durante tantos meses le acompañó y miró las casitas de pescadores con las ventanas llenas de redes tejidas de sueños, con las que ella se entremezcló, la hiedra que mes a mes había tapizado la fachada de su hogar, se veía seca ahora en la distancia, ahora que ya no había amor, y la persona que veía en la puerta, ya no era el hombre que un día conoció..., ¿ cuánto tiempo llevaban mintiéndose..., sin mirarse fijamente siquiera, para disimular la mutua decepción...?, miraba el mar todas las mañanas, como una solución, pero las cadenas la arrastraban a ese suelo, a ese hombre, a esa vida sin vida, a esa frustración, esa mañana se miró de nuevo en el espejo en el que nunca se veía, pero reconoció un destello de si que como un rayo fugaz le alumbró, y se recordó a si misma, a esa que un día olvidó en un cajón de sus sueños, quien sabe porqué, no había a quien culpar, así era la vida, siguió la luz que le rescataba y se empezó a ver de nuevo, a través de la dejadez por la falta de ilusión, de esas canas sin teñir, de esos labios ajados por los besos vacíos, vislumbró esa flor en el desierto que se niega a morir..., se maquilló los labios, se peinó con mas estilo, se cogió su mejor vestido, abrió la puerta y se marchó..., él la miraba en la distancia comprendiendo y ella se echó a navegar y a dejarse arrastrar por el viento y comenzó a sonreír y a reír a carcajadas, las olas rompían en la barca mezclándose con sus gritos y una gaviota volaba asustada, sin comprender...