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22 agosto 2016 1 22 /08 /agosto /2016 13:22
                              A MIS COMPAÑERAS

Acerca de la felicidad y esas cosas.

Comienzo mi jornada laboral. Como todo el mundo sabe soy camarera de pisos y como todo el mundo sabe es un trabajo duro por definición. Casi todos los trabajos son duros de entrada, suponen una obligación de horarios, de acciones. Sin embargo me siento feliz, ¿por qué?, no lo sé bien, sin embargo así me siento. Un día el director del hotel me preguntó, Ana, ¿tú realmente eres feliz o lo disimulas?, quizás soy un desconcierto para mucha gente, lo normal es el cabreo de vez en cuando y la mala hostia por alguna situación, en mí eso se reduce a pequeños momentos, que se evaporan con facilidad, es actitud me digo a mi misma y contesto cuando se cuestionan mi eterna sonrisa. Pero no es algo impuesto, sonrisa como norma, es algo natural ganado en la batalla de esta vida. Siempre he sido alegre es verdad, pero no siempre feliz ni optimista. Tuve un tiempo en que el victimismo me acompañaba, me encantaba compartir la oscuridad de mi mundo, qué triste y que resultados tan nefastos, cuánto veneno compartido. No sé cuándo di el vuelco, quizás en uno de los tantos momentos en que me tocó resurgir, volver a nacer, reinventarme, y hacerme como realmente quería ser, alegre y feliz.

   Como decía, comienzo mi jornada laboral, estoy en Ibiza, hace calor, desde el primer momento mi piel se cubre de esa agua que se escapa de mí con los primeros movimientos, un sudor muy diferente del de esos turistas que disfrutan el hotel que con mis compañeras limpio. La dignidad y el orgullo personal no son fáciles de conseguir, puesto que se asocian con valores y los valores de este momento social no son muy favorables para el proletariado. Yo he experimentado la reacción a la respuesta de ¿en qué trabajas?, ahhhh, vale, bueno, por lo menos trabajas y tienes que intentar evitar esa sensación de empequeñecimiento que la persona te trasmite. Las palabras a veces son como martillazos que te hunden, te hunden, algo etéreo, sin peso molecular, pueden ser como una patada en las costillas, como un disparo al corazón y matar el instante más maravilloso. Un día escuché a una psicóloga, en el discurso de graduación de mi hija, hablar acerca de poner tiritas para el alma, me encantó, pero luego pensé que a veces una tirita es poca cosa, quizás necesitamos un escudo antiimproperios y palabras como dagas. Yo aún no sé cómo conseguir el escudo, todavía noto las heridas y los golpes, simplemente he aprendido a curarlas, a poner tiritas y seguir caminando llena de remiendos y sonreír a la vida.

   Continúo con mi trabajo, las gotas de sudor me acompañan durante toda la jornada, pero son gotas compartidas con ese grupo de mujeres luchadoras que la vida me ha dado oportunidad de conocer y a las que he aprendido a valorar y a querer, las verdaderas guerreras del hotel. Treinta y tantas mujeres de todas las edades y nacionalidades, todas diferentes e iguales, una legión de luchadoras, armadas con productos de limpieza, fortaleza y ganas de hacer su trabajo lo mejor posible, y me siento orgullosa de formar parte de ellas. Para mi es el sudor mejor sudado que he tenido nunca y compartirlo con ellas un honor, esas son las verdaderas mujeres, las que día a día luchan por su vida y las de sus familias y están bellas, con ese uniforme, despeinadas por el sudor y el trabajo, con los trapos colgando del bolsillo y casi siempre una sonrisa en la boca cuando acaban esa jornada de auténtico esfuerzo y sienten que otro día más lo han conseguido y yo me siento feliz de formar parte de ellas, no quisiera en ese momento nada diferente más que estar a la altura de ellas y sentirme feliz como me siento.

Acerca de la felicidad y esas cosas.

Comienzo mi jornada laboral. Como todo el mundo sabe soy camarera de pisos y como todo el mundo sabe es un trabajo duro por definición. Casi todos los trabajos son duros de entrada, suponen una obligación de horarios, de acciones. Sin embargo me siento feliz, ¿por qué?, no lo sé bien, sin embargo así me siento. Un día el director del hotel me preguntó, Ana, ¿tú realmente eres feliz o lo disimulas?, quizás soy un desconcierto para mucha gente, lo normal es el cabreo de vez en cuando y la mala hostia por alguna situación, en mí eso se reduce a pequeños momentos, que se evaporan con facilidad, es actitud me digo a mi misma y contesto cuando se cuestionan mi eterna sonrisa. Pero no es algo impuesto, sonrisa como norma, es algo natural ganado en la batalla de esta vida. Siempre he sido alegre es verdad, pero no siempre feliz ni optimista. Tuve un tiempo en que el victimismo me acompañaba, me encantaba compartir la oscuridad de mi mundo, qué triste y que resultados tan nefastos, cuánto veneno compartido. No sé cuándo di el vuelco, quizás en uno de los tantos momentos en que me tocó resurgir, volver a nacer, reinventarme, y hacerme como realmente quería ser, alegre y feliz.

Como decía, comienzo mi jornada laboral, estoy en Ibiza, hace calor, desde el primer momento mi piel se cubre de esa agua que se escapa de mí con los primeros movimientos, un sudor muy diferente del de esos turistas que disfrutan el hotel que con mis compañeras limpio. La dignidad y el orgullo personal no son fáciles de conseguir, puesto que se asocian con valores y los valores de este momento social no son muy favorables para el proletariado. Yo he experimentado la reacción a la respuesta de ¿en qué trabajas?, ahhhh, vale, bueno, por lo menos trabajas y tienes que intentar evitar esa sensación de empequeñecimiento que la persona te trasmite. Las palabras a veces son como martillazos que te hunden, te hunden, algo etéreo, sin peso molecular, pueden ser como una patada en las costillas, como un disparo al corazón y matar el instante más maravilloso. Un día escuché a una psicóloga, en el discurso de graduación de mi hija, hablar acerca de poner tiritas para el alma, me encantó, pero luego pensé que a veces una tirita es poca cosa, quizás necesitamos un escudo antiimproperios y palabras como dagas. Yo aún no sé cómo conseguir el escudo, todavía noto las heridas y los golpes, simplemente he aprendido a curarlas, a poner tiritas y seguir caminando llena de remiendos y sonreír a la vida.

Continúo con mi trabajo, las gotas de sudor me acompañan durante toda la jornada, pero son gotas compartidas con ese grupo de mujeres luchadoras que la vida me ha dado oportunidad de conocer y a las que he aprendido a valorar y a querer, las verdaderas guerreras del hotel. Treinta y tantas mujeres de todas las edades y nacionalidades, todas diferentes e iguales, una legión de luchadoras, armadas con productos de limpieza, fortaleza y ganas de hacer su trabajo lo mejor posible, y me siento orgullosa de formar parte de ellas. Para mi es el sudor mejor sudado que he tenido nunca y compartirlo con ellas un honor, esas son las verdaderas mujeres, las que día a día luchan por su vida y las de sus familias y están bellas, con ese uniforme, despeinadas por el sudor y el trabajo, con los trapos colgando del bolsillo y casi siempre una sonrisa en la boca cuando acaban esa jornada de auténtico esfuerzo y sienten que otro día más lo han conseguido y yo me siento feliz de formar parte de ellas, no quisiera en ese momento nada diferente más que estar a la altura de ellas y sentirme feliz como me siento.

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19 agosto 2016 5 19 /08 /agosto /2016 11:18

  Sonaba una ridícula canción de amor, dulzona, como ese café incapaz de disfrutar con tanto azúcar. La televisión estaba muda pero mostraba escenas violentas, la guerra en Siria, un niño en una silla, víctima inocente de la locura y moneda de cambio para periodistas y políticos. Trabajadores locales y turistas miran la escena y escuchan la ridícula canción de amor, el instante de rabia se endulza con más azúcar de lo normal, nada cambia, sólo es un instante, luego más anestesia para continuar infelices sin entender muy bien el porqué, cerrando los ojos y abriendo la boca, para comer, para beber, para hablar tonterías y nublar la mente de este mundo absurdo.

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19 agosto 2016 5 19 /08 /agosto /2016 10:10
  Una lagartija rondaba desde hace rato la lata de cerveza, ahí él se planteó si era posible que buscara el mismo placer que él en un sorbo. La mañana más nublada que de costumbre regalaba más espacio a la vista, los turistas huyen de esa lluvia que los foranéos anhelan. Dejó pasear su vista por el horizonte y se recreó en un avión, adoraba los aviones y el mar y la cerveza y el recuerdo de ella. No le dolía, simplemente era feliz, tenía tantos recuerdos y tanto tiempo para pensar, es lo bueno del exceso de años, la vida se te escapa con tiempo para pensar en ella. Se limita la prisa y aparece la paciencia y el entendimiento y los fracasos se ven como experiencias y se sonríe ante ellos. Y pensó ¿porqué no nacerá uno viejo?, para saborear la vida, la cerveza y la única compañía de una lagartija viciosa, desde antes. Puta vida, experimentas pronto pero aprendes tarde, puta y loca vida, pero se rió, y le pareció oír la sonrisa de ella, hace años en ese mismo lugar, y la vio desnuda, con la arena como único adorno y un paraguas de colores, aquel día también había nubes y llovió y se acordó de su olor y su sabor y su pasión por la vida. Se amaron libres bajo la lluvia y sobre el mar, en ese mismo lugar, con otra lagartija como testigo, o la misma, ¿cuánto vive una lagartija? Corta historia, pero la más intensa, porque le llegó hasta lo más profundo de sus huesos y de su alma y le enseñó más de la vida que sus sesenta y algo años llenos de superficiales días. Ella fue como un tornado que descolocó todo y nunca más tuvo órden, por suerte. Era loca, apasionada y feliz con nada. Apareció de la nada y como una estrella fugaz duró poco. Ella se fue un día, como esa cerveza que ahora se acababa, como esa brisa irrepetible y esa ola única que moría en la orilla, pero dejó su esencia prendida en un viejo corazón que regaló un último sorbo a esa lagartija borracha como a ella le hubiera gustado. Un golpe de aire removió su cabello y quiso pensar que era ella y su pasión recordando el mismo recuerdo.

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7 agosto 2016 7 07 /08 /agosto /2016 09:46
                              UN CHICLE PARA DOS
   El chicle cambió su destino, pasó de una boca a otra, recogiendo el resto de unos besos, los dos se peleaban por tenerlo y las lenguas se cruzaban intentando retener el preciado tesoro. El deseo jugaba y la pasión crecía. Ella se dejó caer en la hierba perdedora y él desde arriba le lanzó el premio que ella captó al vuelo abriendo la boca en el último momento. Las bocas, las manos, los cuerpos se hicieron uno con el árbol, con la hierba, con el viento. Perdieron sus nombres y se llamaron amor, deseo, lujuria, y dos fueron uno, sólo uno, durante..., que más da el tiempo. Cuando la calma inundó de nuevo el lugar y sólo se oyó el canto de un pájaro, ella le arrebató de nuevo juguetona el chicle y él la dejó ganar sólo por verla reír.
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3 agosto 2016 3 03 /08 /agosto /2016 10:21
                             UN MOMENTO PERFECTO
  Se quitaron la ropa con toda la naturalidad, ni siquiera miraban sus cuerpos, sólo se perdían en ojos, conseguían con la mezcla el color del mar, azul y verde se encontraban en un punto donde todo era bello, como su cala. Su paraíso personal, su tierra prohibida para el mundo. Rocas, arena, mar, tierra, algas, dos corazones latiendo al compás. Nada podía ser mejor, ni necesitaban nada más, sólo sentir. El sol acariciaba cada centímetro  y el agua convertía sus cuerpos dorados en plata. Sus almas más juntas que nunca quedaron prendidas en una rama de un árbol, junto  con sus iniciales tatuadas. Nacieron dos adolescentes en la escondida cala donde dejaron sus iniciales grabadas. Sus cuerpos fueron obligados a decirse adiós vestidos con la decencia obligada, sus corazones quedaron cosidos en la cala y en la rama y en ese mar que les vió nacer y decirse adiós.
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12 julio 2016 2 12 /07 /julio /2016 10:21
  Aprendí que los besos podían ser de color plata, esos besos son diferentes, saben a sal y  sol. Unos ojos de color acero miran desde dentro y se derriten con la humedad de unos labios. El mar me tiñe la piel, el alma, los besos. Tengo escamas plateadas, soy pez, soy rayo de sol que muere en el mar, soy burbuja y espuma perdida en tu abismo. Me mareo y me agarro a la sima de tus labios para seguir siendo azul, como esa mirada que ahora no veo porque se perdió en una lava de deseo. Aprendí que me gusta poner color a los besos y los tuyos siempre serán del color de un anillo que tengo.

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3 julio 2016 7 03 /07 /julio /2016 06:22
   Las persianas seguían bajadas, otro día más. Dentro no había muchos recuerdos, sólo el color de unos ojos. Su mente se acercó a aquel momento, fuera del apartamento, a aquellas escaleras que miraban al mar, como ella, a aquellos ojos que le miraban con amor. Como un collage su mente dibujó un cuadro con un dulce beso en la espalda y con el ligero roce de una mano con otra mano. Fue aquel día en que se perdieron del mundo, sólo para encontrarse entre ellos. Luego, se bajó la persiana. No quedaba otro remedio. Se dijeron un adiós y un te amo, palabras que no se entienden, agua y aceite, patadas al corazón. 

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16 junio 2016 4 16 /06 /junio /2016 09:49
                     PEQUEÑOS GRANDES MILAGROS
  Acabo de presenciar el regalo de una vida. Una cosita rubia, preciosa y dulce, no sé si llega al año de vida..., su padre es un hombre mayor, muy mayor, sólo habla inglés y con mi pobre vocabulario de ese otro idioma logré entender que su vida murió hace unos años con la muerte de su esposa. La muerte, ese ladrona que nos acecha escondida y te suele robar lo que más quieres, con ella no hay chantages, no quiere casas, ni joyas, ni cheques, ni una isla en el Caribe, quiere arrebatarte un trocito de tu vida y lo hace. A veces pienso si no debería llevarse también la memoria y ponerte una anestesia en el corazón antes de la inesperada amputación. Disertaciones aparte acerca de la muerte, hoy vi el milagro. Del huerto de una vida alguien taló el árbol más frondoso, pero él no quiso vivir para siempre sin sombra y cuando el sol comenzó a calentar demasiado su ya anciana cabeza decidió plantar un nuevo árbol, un árbol diferente, un árbol joven pero que también cobijaba. Decidió salir del escondrijo del sufrimiento y sentir el lado más confortable de la vida, y llegó el milagro, a los setenta y pico pasea su ilusión en un carrito, un ángel rubio, diminuto y sonriente con el azul de sus ojos tan igual al de su feliz padre y al de ese mar que nos rodea. Si ya tenemos una enemiga, una enamorada de vidas ajenas, ¿ porqué no nos dejamos invadir por la vida, el sol, el amor, la alegría, los ojos azules de una niña y la lluvia de cosas bonitas que hay en esta maravillosa y dura vida? La vida no acaba hasta que te la arrebatan, vive cada día como el último sin límites ni miedos, recuerda que el único órden posible es el cáos y sólo hay dos límites, el fin de la vida y el tuyo propio.
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15 junio 2016 3 15 /06 /junio /2016 09:24
                              Mayra, Martín, Manu
  Mayra, Martín, Manu..., uno encuentra tesoros escondidos en pequeños paraísos, no hay cofres, lo único dorado es el sol y sus sonrisas, y yo les encontré, en un barquito de madera teñido de humanidad, bailando entre las olas azules y plateadas. Casi sin profundizar en sus vidas entraron en mi corazón, como una melodía dulce, como entra lo bueno, como un pequeño pellizco en mis entrañas y sentí la felicidad de ver un reducto de belleza en la desastrosa humanidad. Procuro dar gracias a la vida por tanto que tengo, por las enormes cosas pequeñas que hacen mágica mi vida y hoy quisiera agradecer a esta familia y su limpia sonrisa que ayer iluminó el ocaso de un bonito día.
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10 junio 2016 5 10 /06 /junio /2016 10:26
                               CALA       MARTINA
  La cala fue invadida por unas miradas, Martina se llamaba, era elitista, elegante, discreta, el mar se descomponía en muchos y diferentes azules, a ella le gustaba el turquesa, se le parecía a esos ojos que le taladraban con la mirada, pero él nunca podía con la profundidad de los ojos de ella, le daba miedo perderse en ese abismo que le llevaría quien sabe adonde. Fue una casualidad el lugar, como lo fue su encuentro en aquel bar. Tras una cadena de palabras, algunas inútiles, sólo para romper ese silencio que a veces es aprovechado por el amor que planta semillas en lugares sin agua ni lluvia, sólo para que muera al nacer. Y así nació el muerto. Se amaron tres veces, cuatro como mucho, en lugares escondidos, uno de ellos la cala, yo fuí testigo. Les observé en la distancia, cómo intentaban rozar unos dedos haciéndose un hueco entre las cadenas y lo conseguían. Me imaginé la historia que ahora escribo, sólo con mirar sus rodillas, que se amaban ocultas bajo la mesa, unos centímetros de pasión, la única puerta para ese volcán que intentaban esconder en un desierto. No sé si algún día llegaría a explotar, el amor pocas veces tiene un final feliz, yo sólo veía dos presos en libertad condicional, sin futuro, ni pasado, con un tiempo robado. Cala Martina les miraba embobada, como yo, el mar del color de unos ojos se tiñó de rojo, como mis mejillas, puede ser por el sol o pudo ser por el destello de la puesta de un amor.
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